Miraba por la
ventana, observando a las personas que realmente eran felices, y las odiaba,
odiaba a todas y cada una de esas personas. Pensaba que detrás de cada sonrisa
había una historia preciosa de amor, una amistada verdadera y duradera, una
familia perfecta sin enfados ni gritos, solo risas, sentados todos alrededor de
una mesa disfrutando del día a día, unos estudios impecables, un comportamiento
digno de la casa real, una personalidad única y especial, una persona sencilla
y sin ningún defecto. Sin embargo ella, ella era la oveja negra del rebaño, la
que fallaba en el amor, que cuanto mas daño le hacían mas se enamoraba, la que
pensaba tener miles de amigos pero solo eran amistades falsas, una familia en
la que había enfados todos los días y nunca se podían estar juntos sin
pelearse, nunca disfrutaba de nada, en los estudios siempre rozaba el aprobado,
era “mala”, ella solo sabia hacer las cosas de la forma mas complicada y tenia
miles de defectos que no podía ni sabia cambiar. Se miraba al espejo y nunca se
veía guapa, se veía cientos de defectos horribles, pero apareció él, vino como
un huracán que la arroyo sentimentalmente, la hizo cambiar, ya no era ella la
que miraba por la ventana, porque se sentía especial y única.
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